miércoles, 26 de septiembre de 2018

Crisis estudiantil



De mal en peor. Por si el tema deportivo y económico no fueran suficiente dolor de cabeza, los docentes renunciaron al directorio, expandiendo la crisis a la dirigencia y hundiendo más a Universitario, que lucha por no descender de categoría.

Después de haber caído al último lugar de la tabla acumulada hace un par de fechas, parecía que la luz al final del túnel llegaría en campamento estudiantil con el panorama de cuatro partidos consecutivos como local; sin embargo, la crisis se agravó con la renuncia de los representantes del sector docente.

Germán Gutiérrez (presidente ejecutivo), Jaime Oña (primer vicepresidente), Juan José Blacutt y Rubén Azurduy (comisión técnica y médica) presentaron ayer su renuncia irrevocable al directorio de la “U”.

Una vez más, el directorio capitalino se vio diezmado, como viene sucediendo desde el año pasado, cuando Eduardo Rivero asumió la presidencia ejecutiva.

El Rector de San Francisco Xavier nunca pudo ejercer el cargo de manera ejecutiva, debido a sus múltiples funciones como autoridad, que dejaron abandonado al club y golpeado económicamente.

Ni siquiera su condición de presidente del directorio de Fancesa pudo destrabar los trámites burocráticos para efectivizar el apoyo institucional a la “U”, derivando en el atraso en el pago de salarios a jugadores y cuerpo técnico, situación que hasta la fecha no pudo nivelarse, ya que al equipo se le deben tres meses de trabajo (junio, julio y agosto).

El cambio de timón se venía venir desde el 29 de diciembre, cuando el sector docente modificó de representantes en el directorio. Gutiérrez asumió la presidencia de la comisión técnica y todo hacía presagiar mejores días en Universitario.

Lo deportivo no acompañó. La falta de recursos económicos obligó a contratar “lo que se pudo”, que no fue suficiente para borrar la mala campaña deportiva de 2017. Los resultados negativos son el pan de cada día hasta la fecha.

El 6 de julio, Rivero decidió dar un paso al costado. Pasó a ser presidente honorario, dejando la toma de decisiones a “Chunka”, quien se hizo cargo de la presidencia ejecutiva.

Hace poco más de un mes (21 de agosto), la renuncia del ejecutivo de la Federación Universitaria Local, Alexander Cruz, quien fue duramente criticado por la falta de presencia y haber aceptado cambios en el rol de partidos del presente campeonato, abrió la puerta al retorno del ex dirigente Jaime Oña.

Con la mancuerna Gutiérrez-Oña parecía que el rumbo se enderezaría, más aún cuando el nuevo técnico que contrataron (Adrián Romero), rompió un maleficio de cinco meses que el equipo no ganaba al vencer a Blooming el pasado 2 de septiembre.

Empero, nuevamente los resultados azotaron el campamento “docto”: tres derrotas consecutivas (0-2 ante Wilstermann, 2-1 con The Strongest y 2-0 a manos de Guabirá).

Según fuentes oficiales, una de las razones para la renuncia del sector docente pasaría por las trabas y falta de apoyo económico, aunque ninguno de los representantes de los docentes quiso declarar.

Ahora, la responsabilidad volverá a caer en manos de los estudiantes, que en 2017 también tuvieron el poder, sin buenos resultados: fue cuando comenzó la debacle del barco capitalino.

Sin embargo, el ejecutivo de la FUL, Rubén Padilla, dijo desconocer la renuncia del sector docente y fue contundente al señalar que “el tiempo nos ha dado la razón, que no hay un compromiso sincero con el club”.

Desmintió que el sector estudiantil haya congelado sus recursos en apoyo al club, es más, informó que los aportes de los estudiantes se van materializando desde enero hasta la fecha.

Criticó la falta de gestión de los docentes y anunció que junto al sector administrativo reorganizarán el directorio. “No vamos a dar un pie al costado, el club nos necesita”, dijo.

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